Reflexiones en torno a las jornadas “Memòria material. Arxius i biblioteques anarquistes”
El pasado viernes 5 de julio, junto con el colectivo L’Anguila del CSOA L’Horta, montamos unas jornadas sobre archivos y memoria material anarquista. Uno de los objetivos del las jornadas fue hacer un fanzine con las reflexiones que surgieron del encuentro. Siguiendo una de las propuestas que allí se hablaron “digitalizar lo que esté en papel, imprimir lo que esté online”, vamos a ir publicando algunas reflexiones.
Sobre el encuentro, sostiene Lina:
“Pensar en la memoria desde los espacios autónomos es pensar en dotar(nos) de nuestros propios relatos, en seguir viva la identidad de los pueblos, desde lo más bajo, y sobretodo para nombrar aquellas vivencias e identidades que muchas veces no tienen ninguna representación en la “historia académica-institucional”.
Como conservadora y activista es una de las cuestiones que siempre me han interesado. Me especialicé en la conservación de arte contemporáneo, es especial en torno al patrimonio inmaterial y la cultura popular, y me centré en realizar una puesta en valor e inicio de archivo en el colectivo artivista circense, Sugoi Zirkoa (Bilbao), en el cual participé durante dos años.
Ahora bien, sirviéndome de esa experiencia, plantearé una serie de cuestiones que me parecieron relevantes a la hora de llevar adelante un archivo dentro de un colectivo.
Primero de todo, sería preguntar qué y porqué se quiere conservar.
¿Es igual de importante lo que se quiere conservar a nivel material (que sería todo aquello que produce el colectivo) que todo aquello que rodea la materialidad: circunstancias, procesos, agentes-participantes, actividades,… ?
Si la razón de iniciar un archivo es poder transmitir a futuras generaciones los valores y modo de funcionamiento de movimientos y colectivos muchas veces es insuficiente acumular objetos y documentos. Son necesarios textos, documentos visuales y audiovisuales que permitan interpretar esos objetos, actividades y valores. A través de entrevistas, investigaciones y redacción de documentos (fanzines, libros…) podemos ser capaces de reflejar estas cuestiones. ¿Cómo si no podemos entender por qué tal colectivo realizaba x acciones si no sabemos a qué contexto político respondían o que identidades estuvieron involucrades en dichas actividades? ¿Son importantes todas las cosas que se generan dentro del colectivo? ¿Qué se quiere conservar de forma interna y qué se quiere comunicar al exterior? ¿Es útil e interpretable cada documento o imagen que se genera?
Otra cuestión que fue relevante: analizar las limitaciones del colectivo, desde las limitaciones humanas que pueden ir desde la falta de experiencia o familiaridad con procesos de archivo, junto a la falta de tiempo a la que muchas veces nos enfrentamos dentro de los movimientos sociales. El entusiasmo con el que creamos dentro de los movimientos y colectivos es realmente puro y genuino pero es cierto que la gran parte de veces es una actividad que realizamos al mismo tiempo que trabajamos, estudiamos, sostenemos autocuidados y cuidados en nuestro entorno que hacen que no siempre tengamos un tiempo infinito para dedicar en nuestros colectivos (a nuestro pesar). También habría que analizar junto a esto, dentro de cada colectivo, cuales serían también las limitaciones técnicas que pueden ir desde la falta de fondos económicos, como la falta de espacios seguros de almacenamiento de información o de un estado negativo de conservación de los espacios destinados para archivos y bibliotecas, ya que muchos espacios okupados se encuentran en un estado de conservación en riesgo.
Cada colectivo podría analizar estas limitaciones y producir una propuesta realista teniendo en cuenta estos factores.
Otra de las cuestiones relevantes es plantear para quién estamos generando este archivo y de qué forma queremos que se pueda acceder. Es cierto que los formatos digitales son accesibles para muchas personas y no implican casi ningún gasto económico pero también están sujetos a la obsolescencia tecnológica de softwares o hardwares o a la desintegración de webs, blogs y redes sociales.
Creo que no debemos desestimar el valor de la materialidad y el intercambio e interacciones que genera: personas que donan y que tienen testimonios de aquellas donaciones, estudiantes que se acercan a los archivos a investigar y conversar, compañeres que se implican de cero en colectivos y desean conocer sus bases ideológicas e historia, vecines que se conocen porque colgamos nuestros carteles en sus negocios…Es ese intercambio humano el que nutre y genera una memoria popular viva. Sin embargo puede no ser accesible para todas las personas por aspectos económicos, geográficos o sociales.
Los dos formatos, físico y digital tienen sus ventajas y limitaciones y también será cuestión de cada colectivo analizarlas y realizar una toma de decisiones teniendo en cuenta estos factores.
Por último también fue relevante generar un calendario de conservación y asignación de roles. Es decir, intentar una vez iniciado el proyecto de archivo, sistematizar un período de recogida de documentos y elementos cada x tiempo al mismo tiempo que se designan qué personas lo harán, para con ello familiarizar a las personas del colectivo con este proceso e incorporarlo a las acciones habituales.
Como podéis ver no he planteado una hoja de ruta fija a seguir sino una serie de cuestiones desde las cuales cada colectivo puede reflexionar y decidir qué propuesta se ajusta más a sus acciones, deseos, agentes, tiempos y energías. Por ofrecer una hoja de reflexión adjunto esta lista:
– Objetivos de la creación del archivo
– Limitaciones del colectivo
– Limitaciones técnicas
– ¿Qué se va a conservar?
– Necesidades de las personas consultantes
– Calendario de conservación y asignación de roles
– Formato de los documentos (físico, digital, mixto…)
-Acciones a implementar
– Calendario de revisión del estado de conservación de los formatos físicos y digitales (con atención a la obsolescencia tecnológica y a la migración de formatos)
Espero sea útil para colectivos”