Somos más de mil y menos de quinientos

Con ese párrafo se cierra uno de los manifiestos (el primero?) del Consejo de Tribus que congregaba a diferentes colectivos, afinidades y llanerxs solitarixs del centro y de las periferias de la capital valenciana.

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Fue hace tiempo, tal vez demasiado para las velocidades que imponen los tiempos actuales. Allá por finales de los 80 y principios de los 90 del siglo XX. Agitación en las calles, última huelga incontrolada allá por diciembre de 1988, Barcelona y Sevilla ‘92, ocaso del ciclo desarrollista industrial, droga dura y bien adulterada, marginación, paro, precariedad vital…

El ocio más barato y el derecho a la pereza, la contracultura en los espacios okupados y/o autónomos, tribus urbanas sedientas de diversión y lío campando a sus anchas por las urbes de todas las provincias, indios metropolitanos* agitando en la Italia de la autonomía proletaria; la policía y los nazis disputándose la ciudad contra les antagonistas y disidentes políticas, de género, raza, sexualidad…

Entre todo es batiburrillo social salta el Consejo de Tribus. Una llamada alta y clara a todas las organizaciones, colectivos, grupos de acción y afines que se sientan interpeladxs. Colectivos de barrio surgidos de la precariedad del día a día, organizaciones más politizadas donde se mueven lxs okupas, libertarixs, sindicalistas, antisociales… El ímpetu y necesidad de demoler la miseria que les rodea en las diferentes luchas que les atraviesa a cada tribu, a cada barrio, a cada colectivo más o menos organizado.

Fue suficiente una llamada a principios de mayo de 1989 desde los bordes siempre jodidos de la urbe para coger el hacha de guerra. Grupo de chavales afines en cada barrio convocadxs por el Kolectivo de Jovenes del Parque (Alcosa) para sabotear la ciudad y desmontar al hombre blanco y sus lenguas biperinas.

La idea era clara: coordinar las tribus, crear contracultura frente al negocio, okupar el espacio hostil, recuperar la vida.

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Pero, ¿por qué sacar esto ahora?

Tal vez porque escarbando (también en un grupo más o menos organizado)en el archivo social del Punt se encuentran pequeñas fisuras espacio-temporales que nos pueden hacer comprender la historia popular, las luchas que se mantenían y aún se siguen manteniendo frente a la muerte que nos gobierna, los ejemplos y contraejemplos de personas organizadas para evitar la miseria de las vidas o para no aburrirse con el lamentable espectáculo de consumo que les deparaba por aquel entonces.

O simplemente por curiosidad.

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Al hablar de “Consejo de Tribus” nos viene una imagen de organización informal horizontal y asamblearia basada en la afinidad y movida por la urgencia de acción, o de resorte.

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La importancia de la informalidad.

El modelo de organización especifica y militante había sido derrumbado golpe tras golpe. Del coloso anarcosindical poco quedaba tras 50 años de persecución.

Se trataba parece, de llevar a cabo las acciones que surgieran de la afinidad de grupos de personas durante el tiempo que fuera necesario. Lo que surge puede volver a desaparacer sin restarle importancia a su historia.

El movimiento es flexible y dinámico, casi líquido. Expontáneo y alguna que otra vez subversivo, como socializando el Continente o cagándose en las elecciones europeas.

La minoria organizada se camufla y se mueve entre la velocidad y libertad que te da la informalidad.

DESTRUYAMOS ESTA PODRIDA SOCIEDAD Y CREEMOS UNA GRAN TRIBU DONDE NO EXISTAN CLASES

Evidentemente, este tipo de organización es efímera, y tiene límites físicos para la transformación de masas como los que no tenía las organizaciones especificas clásicas, porque se transforma y muta en otros proyectos. Se disgrega y sirve para multiplicarse y crear de nuevo.

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El discurso y el lenguaje: muerte al hombre blanco.

Si la idea es escapar de y/o destruir el mundo que les ahogaba, una herramienta útil es siempre utilizar un lenguaje propio, un discurso rupturista que consiga ser conciso y claro con las ideas que manejaban en ese momento y en ese lugar.

Se trataba de volver a ser un pueblo libre, de sustituir las condiciones de supervivencia que nos impone el capital por nuestros deseados realizados, por una vida auténtica.

Si las pretensiones eran grandes y lejanas entonces se necesitaba un discurso radical y antagonista frente a la moderna sociedad capitalista triunfante del consumo y la precariedad, que ellxs tanto detestaban como sufrían.

Las diferentes luchas sociales y movimientos radicales en lxs que sus integrantxs estaban inmersos debieron de influenciar totalmente a la hora de elaborar sus mensajes incendiaros.

Sus manifiestos y textos que aún están disponibles parecen contener bastantes trazas de ideología libertaria y antiautoritaria, de ecologismo y feminismo, de las luchas muy potentes en aquella época en torno a la okupación, de la contracultura y el hippismo remanente, las luchas obreras y autónomas, etc.

La crítica hacia la norma de aquel momento se hacía de abajo a arriba, desde lo abstracto a lo concreto, criticando desde el propio concepto de ideología cuando se refieren a ella como meras palabras que se establecen para elaborar una mentira que sea absorbida por el “ganado obrero” y que son todas las organizaciones fuertemente estructuradas (sindicatos, partidos políticos, burócratas en general) las encargadas de extender dicha mentira.

Y como no creían que las palabras sirvieran para algo si no era para la acción, fueron consecuentes y tomaron las calles (y los hipermercados) para difundir su discurso y llevarlo a la práctica.

También había palabras dedicadas a la televisión (“caja tonta” a la que dedicaron una acción en la calle), el consumismo capitalista, las cárceles, la ciudad, la organización familiar, al trabajo asalariado, a la escuela obligatoria, a la droga dura… y a la policía, por supuesto.

Pero también a no tener trabajo, a no tener dinero en que gastar y consumir tu tiempo, a la ausencia de espacios afines y de ocio “alternativo”.

La lista de peticiones exigencias era clara:

Y ante la necesidad que tenemos de sobrevivir exigimos

del Hombre Blanco :

. Lokales autogestionados para jóvenes.

. Grupos de Trabajo autogestionados para jóvenes.

. Actividades Kulturales y proyectos alternativos a la pequeña gran caja tonta.

. Viviendas autogestionadas para jóvenes.

Y ante la necesidad que tenemos de vivir y seguir viviendo, reivindicamos:

. La revaloralización de la RATA como animal social, siendo el

único capaz de comer plástico y biodegradarlo.

. La destrucción de cárceles, reformatorios, escuelas, manicomios

y todas las ciudades del Hombre Blanco.

. El derecho a voto de todos los niños y animales.

. La declaración de la Albufera como término municipal del Planeta Tierra.

. Abolición del trabajo asalariado.

. La reinserción social de la Policia Municipal de Alfafar dentro del plazo de una semana, teniendo para ello que:

– entregar las armas a las tribus guerreras.

– entregar los uniformes a grupos de teatro.

– arrepentirse de su condición de sujeto de alto riesgo y de su colaboración con delincuentes ante cada vecino de El Parque.

Siendo de lo contrario castigados a:

– 30 años, 1 día, 1 hora, 1 minuto, 1 segundo de chupar

chupa-chups sabor a fresa.

De sobra se observa el humor, la retranca y el cachondo muy serio que se gastaban a la hora de revindicar una vida más apacible y verdadera y de odiar frontalmente a lxs que frenan esa vida.

No sería la primera vez que se hace uso del humor para hablar de temas serios o para poner en evidencia a elementos importantes en el mantenimiento del status quo. Muy divertidos y potentes eran las tiras cómicas recicladas que usaban lxs situacionistas para lanzar sus discursos contra la sociedad de la mercancía y el espectáculo. Así como el uso de la performance y de la agitación contracultural en la calle para llevar a la sociedad anestesiada sus manifestaciones libertarias.

Igualmente, como revindicaban también lxs situacionistas avisando “a los vivos sobre la muerte que les gobierna y la posibilidad de deshacerse de ella”, se ponía de manifiesto la necesidad de liberar el deseo, de acercarse al juego y al placer, de romper los dogmas e imposiciones grabadas a piedra por nuestra moral judeocristiana y disfrutar en libertad de muchos de los pecados capitales como la pereza, la lujuria o la gula.

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Hacer el indio.

El tópico de los pueblos indígenas americanos (del Norte sobre todo) que siempre llegó a nuestras casas a través de la televisión, es reapropiado y reutilizado para darle la vuelta por parte de la gente del Consejo de Tribus. Siendo conscientes que los pueblos indignas fueron desposeidos de su tierra, de su cultura, de sus sociedades y formas de organización… ponen en uso el falso lenguaje indio para contraponerlo al discurso del Hombre blanco.

Es el Hombre blanco, como concepto de sociedad de consumo occidental, patriarcal, industrial y ecocida, el que atacaba el Consejo. Y para ello usaban un “lenguaje” contrapuesto al del opresor. Era una herramienta para distanciarse y revindicar otros mundos. Aunque ahora pueda llegar a parecer que tienda al tópico y a la reapropiación cultural vacía.

El anhelo de una sociedad más horizontal, menos complicada y pre-industrial tal vez les llevó a asemejar el concepto que se podía tener de indio como algo potente que poder revindicar contra el hombre de traje y corbata. Obviamente, siempre jugando desde el sarcasmo para reírse del hombre blanco y su lengua de serpiente.

Llegará el día de la luna, donde podamos determinar qué es lo que queremos hacer en esta vida, y por qué queremos hacerlo, y entonces nada y nadie podrá obligarnos a cosas sin sentido, como tener un reloj por compañero de vida, unos horarios hechos para romper el corazón, el espíritu del ser humano, una vida basada en el dinero, un papel insignificante que el hombre blanco ha hecho que le demos valor, todo esto y mucho más, está envuelto en un dulce envoltorio que el hombre blanco ha creado para nosotros, pero lo bueno no es que sea un caramelo, sino que es puro y duro veneno.

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La estética SI importaba.

Las tribus urbanas de la época estaban multiplicadas por todos los espacios y lugares (hippies, punks, heavies, mods, rockers, y hasta hare krishnas). Todas tenían sus núcleos, sus ambientes, sus códigos de vestimenta con los cuales identificarse en las calles, sus bares de confianza y sus parámetros subculturales, algunas de ellas contraculturales exponiendo una visión del mundo, o al menos de la forma de habitar el asfalto, confrontada a la norma cultural o POPular.

Uno de esos ejemplos tal vez sean los indios metropolitanos de la Italia de finales de los 70, que bebían de la autonomía obrera de aquellos años cargados de radicalidad táctica y contracultura llegan a la península también, seguramente algo tarde, para crear una reacción en el entorno urbano.

El uso de nombres propios compuestos como Coco Rayado y Coco Rabioso (véase la gran conversación ficticia?? entre ambos personajes) o la estética carnavalesca e “india” estereotipada, son algunos de los rasgos característicos del Consejo de Tribus que se repetían también en el 77 italiano. Así como el rechazo frontal al trabajo asalariado, las instituciones o la cultura dominante y de masas.

De esta forma se mostraba una estética visual y comunicativa cargada de mensaje contra el concepto de hombre blanco occidental y bien vestido que se tenía en la época.

Suena lógico también pensar en la relación con la filosofía “Hazlo Tu Mismx” que el punk y el hardcore expandieron por todos los rincones revindicando el fanzine como medio de comunicación y la autogestión del ocio y las luchas sin intermediarios.

Todo esto pueden herramientas muy válidas cuando prima la urgencia de trasmisión de ideas y las intenciones de prácticas de lucha en la calle que de otra forma serían más costosas, y tediosas.

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Suma total.

La naturalidad y honestidad de exponer un discurso radical y rompedor, mezcla de contracultura y rebeldía estética y social, trabajo de acción en la calle -no de debate interno o político-, su falta de estructura y organización especifica dentro de la informalidad y afinidad es lo que permite que el tiempo sea intenso, y la coordinación entre grupos afines sea más auténtica y menos pesada en cuanto a militancia férrea, donde los pulsos salen hacia afuera para provocar de forma constante fisuras en la normalidad.

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